Bichea un poquito más

lunes, 14 de diciembre de 2015

"La Buena Amistad"




Dolor, rabia, desilusión... Todo eso que se queda dentro y que va manchando tu recuerdo. También porque yo lo permito.
Quiero que se ensucie porque, al fin y al cabo, ¿cuánto tiempo me dedicaste? ¿cuántas veces te alegraste de verdad por mi?

Fueron muchos los momentos importantes en mi vida y los dejaste pasar como cualquier otro día, sin pena ni gloria. La única persona que te entendió, la única que te apoyó en absolutamente todo y se mantuvo firme e incondicional.

Fui aquella que puso ante ti, la puerta de una nueva vida, totalmente diferente a la que tuviste, y me lo pagas así... Me lo pagas con indiferencia, con dejadez y con palabras heladas sin sentimiento alguno. Y me da pena, mucha, pero en mi pasado ya tropecé con una "piedra" como tú y esta vez no volveré a tropezar contigo.

Elimino de mi vida, toda relación tóxica y dolorosa, no porque ya no quiera saber más de ti o no me alegre, como siempre he hecho, de tu felicidad... esta vez lo hago por mi. Porque no puedo ver como no has sido igual de fiel, cómo has sido capaz de vender tu lealtad al primer postor (o debería decir, "postora).

Ya no valen de nada las palabras, porque como ya sabemos todos, una imagen vale mucho más y con ella me lo has dejado claro.

Me has dejado claro, que mi amistad te ha importado mas bien poco. Te ha dado igual sacrificar a tu única amiga, con tal de "no mezclar" y con tal de asegurarte un puesto de trabajo... Vamos que a ti se te puede aplicar perfectamente la frase de "Por el interés te quiero Andrés". Y ahora que ya no te valgo para nada, que ya tienes tu vida "plena" me tratas y me vendes, como si fuese basura.

Tú que alardeabas de ser transparente y clara, hija mía, no has dejado títere con cabeza. No sólo me has puesto a mí a caer de un burro, también has "decapitado" a la gran mayoría del grupo de "amigos" (por llamarles de alguna forma). Pero eso sí, que tu espacio de protagonismo no te lo quite nadie. Y ahí has estado, bien apoltronada entre "tus víctimas", riéndoles las gracias como si no pasase nada y pregonando, por supuesto, que tu no te metes en ninguna movida, que eso no va contigo.

Viva la amistad FALSA e HIPÓCRITA, con amigas como tú, la verdad que no sé para qué quiero enemigos, si tengo contigo "el pack completo".

Elimino de mi vida a toda persona de tu estilo, esas de buena cara, que esconden un cuchillo para, a la mínima de cambio, clavártelo por la espalda. Elimino a los aprovechados, a los que piden y piden y no dan nada a cambio, a esos que como tú, te abandonan en momentos difíciles y no te tienden nunca la mano. Elimino ese "jijijaja" cargado de falsedad y malas intenciones. Te elimino a ti, porque aposté contigo, por una "BUENA AMISTAD" y me encontré sola, en medio de una guerra de intereses, prejuicios y celos.

Hasta aquí llega mi buen corazón, porque si hay algo que he podido aprender de ti, es que cada uno barre para su terreno, y yo hoy, barro para el mío. Se acabó sufrir por gentuza como tú carente de valores y vacía de espíritu y amor hacia el prójimo.

Yo prefiero el "buen camino", prefiero ir a lo mío y seguir siendo feliz como hasta ahora, porque si algo sé, es que yo a ti no te he necesitado nunca para tener todo lo que hoy tengo, no he dependido de nadie para que se enamoren de mi, ni para tener los amigos que tengo, ni siquiera en el ámbito laboral. No he sido garrapata de nadie, ni he sentido celos de aquellos que me querían bien, y tú amiga... has nacido "retorcidita".

Hasta aquí llega mi despedida, deseo que sigas predicando con tu "buena amistad" con los buitres de los que te rodeas, por mi parte, no tengo más que decir, porque viendo todo lo que he escrito, no mereces más atención, ni una sola palabra.

Adiós "amiga", que sigas aprovechándote de todos y dándole uso a tu escoba, que es lo que de verdad se te da bien, "tó pa' dentro", ahhh!! y prueba a ver si vuelas con ella, que es lo que te falta!!

miércoles, 15 de abril de 2015

"CLICK"





"Siempre con esa sensación de querer ayudar a la gente; siempre empatizando con ellos" 

Personas afectadas por una infancia llena de carencias y a falta de valores y dignidades. Que pierden el norte incluso siendo adultos y sin querer enfrentarse al juego de la vida, caprichosa, que deja en ocasiones sus almas en manos del destino, permitiendo que les juegue malas pasadas, poniéndoles pruebas tan duras que hasta en ocasiones, no se sienten capaces de salir del lodo.

No todo el mundo tiene la misma fortaleza o sabe afrontar esos obstáculos de la misma forma y se dejan llevar por instintos y banalidades mundanas, hasta caer en depresión, perdiendo su esencia y personalidad, dejando su mente a la deriva, olvidando momentos y situaciones, que hacían que aún se sintiesen cuerdos.

Me producen tristeza y a la vez impotencia. Tristeza al recordarme a mi misma, que un día la vida te puede dar un vuelco y cambiar hasta hacerse irreconocible, e impotencia por no tener o no contar con los conocimientos y herramientas necesarias, para poder ayudar a esos "renglones torcidos de Dios".

Me doy cuenta de que, somos seres muy pequeños e insignificantes, pero que sin embargo, somos capaces de hacer grandes cosas y sentirlas a su vez, más allá de la piel.

Supongo, que el pensar en el verbo "sentir" me lleva a un sentimiento que para mí, es la cura de todos los males: "El Amor".

No soy científica ni antropóloga pero estoy segura de que, muchas de las enfermedades mentales y psicológicas se desarrollan debido a una carencia de cualquier sentimiento derivado del Amor, y que una depresión no aparece por una debilidad de carácter y depende exclusivamente de la falta de voluntad de la persona por superarla.

En algún momento de sus vidas, esas personas no fueron deseadas, experimentaron el abandono, fueron maltratadas psicológicamente por sus padres, por sus parejas por la sociedad, y eso, les llevó al "CLICK" del trastorno.

Muchas de ellas tocarán fondo y serán tratadas por especialistas, pero el resto, ese que está "al principio del CLICK", ¿por qué no son tratadas con Amor? ¿Por qué les estigmatizamos y apartamos, aún siendo familiares o amigos?

Porque somos egoístas o no estamos dotados de una "paciencia divina", para cuidar y tratar con Amor a esas personas, que la vida ha maltratado. Siempre estamos inmersos en nuestras propias realidades, en nuestros trabajos y asuntos sociales, en banalidades que no nos permiten ver más allá de nuestras propias narices.

Hay incluso veces que juzgamos y tenemos comentarios del tipo "es@ está loc@" "no está bien de la cabeza" Impredecibles, anti-sociales, vagos, o incluso agresivos, son algunos de los comentarios que suelen aparecer en cuanto se habla de enfermedad mental. Cuando la realidad es que un trastorno mental es una circunstancia más de la persona que en un determinado punto de su vida se hace parte de él, como si de un órgano más se tratase, pero en ningún caso determina su personalidad ni tiene por qué condicionar todas las facetas de la vida.

Desoímos las llamadas de "socorro" y de ayuda, nos cerramos en banda, nos cruzamos de brazos y nos quedamos impasibles ante las carencias que tiene esa persona "en peligro", y en vez de ayudarles a intentar que vuelvan a ver la luz, les hundimos más aún en la miseria.

¿Y qué podemos hacer, si no tenemos los conocimientos o herramientas necesarias para afrontar dicha situación?

Supongo, que también deberíamos plantearnos si somos nosotros mismos los que también carecemos de algo, porque no hace falta ser, como ya he dicho antes, un científico o un antropólogo, para dar Amor a la gente que lo necesita, para saber cuándo tenderles la mano o simplemente tener con ellos, una muestra de cariño.

Planteároslo: ¿Carecéis de algo?

miércoles, 8 de abril de 2015

Soberbia.





Tú que alardeas de algo que no eres, que dices tener la verdad absoluta, que por ti saltan como hienas sin sentido ni conocimiento de causa, para intentar o pretender herirme.


Tú que gastas una doble moral y predicas el bien sin práctica, que dices dar entrega para siempre recibir algo a cambio, reconocimiento incluso. 


¿Por qué ir por la vida de esa forma? ¿por qué mostrar una cara que ni por asomo tienes o siquiera se te asemeja? 


Pena, pena es lo que siento, porque así va el mundo, llenito de gente como tú, que hace que el resto nos tambaleemos; descontrolas nuestros sentidos incluso cuando nos topamos con sujetos similares o casi idénticos a ti. Tristeza al darnos cuenta que depositamos nuestra confianza en personas equivocadas, que más tarde o más temprano, la arrojaron a los cerdos, para empañarla y embadurnarla de estiércol.


Te crees tus propias mentiras, eres actor de una realidad que es la única que existe para ti, y por tanto la que exiges que los demás también tengan. Envuelves y engañas, engatusas y embaucas, y hasta el último momento pretendes herir, pero ¿sabes? ¿cuántos más como tu hacen falta para que tus palabras me produzcan siquiera resquemón? 


Me río, me río de tus intentos de hundirme, porque soy yo la que decido cuándo sufrir, cuándo sentir dolor e incluso por quién sentirlo. Sí, he llegado a ese estado de control absoluto de mi ser, donde soy yo la única con poder sobre mis sentidos y por supuesto sobre mis sentimientos.


Ya no me duelen los ecos del pasado, ya no son dignos de mi atención, ¿por qué habrías de serlo tú, si has sido una piedra insignificante en mi camino?. Sí, una piedra que intentó hacerme tropezar, pero que se quedó sólo en eso, en un intento. Es gracioso a lo que se puede agarrar el hombre con tal de hacer daño; una última frase, ruin y mezquina, llena de pretensiones oscuras y cargadas de soberbia, caída por supuesto en saco roto.


Odio a la gente como tú, que predica la práctica espiritual y que todos los domingos, durante media hora, se da golpecitos en el pecho, para luego crear incertidumbres y malos rollos entre las personas que le "quieren" bien. 


¿De qué sirve eso, sino es para ser un "bienqueda" a ojos de la sociedad? A mi, transparencia y verdades como puños, prefiero la crudeza de una verdad, que una mentira eterna pintada con corazones y flores de colores... VO-MI-TO!
Lo mismo tengo que explicarte este último párrafo, en un "idioma" que quizá entiendas mejor, "LA VERDAD OS HARÁ LIBRES". 


No rehuyo de mis errores, es más, ya les planté cara y me perdoné por ellos, no siento la necesidad de que nadie me perdone por algo que hice mal, y tampoco soy persona a la que le cueste pedir perdón, soy de esas que agacho la cabeza y pido disculpas con el corazón en la mano, no a boca llena, porque soy pura, porque mi corazón está lleno de amor, y no de soberbia, porque trato, si me lo permiten, de enmendar las cosas que hice mal, porque amigo, en mi no existe maldad ni esa frivolidad que tanto te caracteriza.


Soy como soy, con mis más y mis menos, como todo el mundo, pero mientras tu derrochas palabras de discriminación, llenas de mentira, yo crezco, y no crezco en balde, sino que sigo llenándome de aquello que me enriquece, y desde luego tú no perteneces a ese tipo de riqueza. 


Gracias, igualmente, por pertenecer tan sólo por unos meses a mi vida y no ser un lastre que tarde o temprano tendría que echar por la borda, me has ahorrado mucho trabajo.
Si es que... en la vida tenemos que estar agradecidos por lo que se nos da y por lo que se nos quita... GRACIAS GRACIAS Y MIL GRACIAS POR QUITAR DE MI CAMINO, LA PIEDRA DE LA SOBERBIA, Y POR PONER EN ÉL, AMOR, MUUUCHO AMOR.

viernes, 20 de marzo de 2015

Desde el Cielo.






Y sé que nos miráis desde allí arriba. Sé que veláis por nosotros y nos protegéis con la magia de lo divino, de lo angelical. 


Hoy he soñado contigo, y he despertado bañada en lágrimas, porque me ha dado tanta pena el ver, como si de una película se tratara, cómo me abrazaba a ti y te decía "ay mi Suegri, ay mi Suegri".


Poco tiempo tuve para conocerte, poco privilegio me permitió la vida, pero al fin y al cabo, para mi el tenerte "un ratito", fue eso, TODO UN PRIVILEGIO. Y lo escribo en mayúsculas, porque por lo poco que te conocí, pude ver una fortaleza inquebrantable, entereza y firmeza ante esta vida perra que te tocó vivir en tus últimos momentos.


He podido acariciar tu ternura, y ver en tus ojos resquicios de felicidad a pesar de tus pesares, he podido besarte con amor porque me diste la oportunidad de quererte y he podido disfrutar de tu humor y de lo mejor de ti, que era tu personalidad. Una personalidad única, y como siempre he dicho "tremenda". Una personalidad que no dejaba lugar a la mentira o a las dobles intenciones, ya que eras como un espejo o como el agua cristalina. Eras auténtica, como la vida misma, sin dobleces o falsas palabras, hablabas y te expresabas según como te dictaba tu conciencia o tu cabeza, no había más. Y es que hoy en día, nosotros, que vivimos en un mundo de falsas intenciones, de doble moral y de podredumbre humana, a falta de valores y de personalidad, Suegri, fuiste una auténtica crack.


Fuiste una persona exigente, amante de lo exquisito y de las cosas bien hechas. No te valían las medias tintas o los "ya veremos", para ti todo o era sí o era no, pero eso de quedarse en medio y dejar como contestación una interrogación, como que no iba mucho contigo.


A pesar de la enfermedad que ya te empezaba a "picar" por dentro y por fuera, siempre guardaste un poco de energía para seguir disfrutando de los pequeños placeres de la vida, una cervecita cero/cero, unas patatas fritas al estilo tradicional y por supuesto tu cigarrillo que nadie te lo quitase. Te conocí observando el mundo, desde el dolor, el sufrimiento, pero ello no te impidió continuar y regalarme, por lo menos a mi, un año más a tu lado. 


Dentro de esa transparencia que tanto te caracterizaba, guardabas una ternura absoluta; aún recuerdo cuando tu hijo y yo te dimos la maravillosa noticia de que ibas a ser abuela, qué manera de llorar y de contagiar el llanto por Dios!!!. Y más tarde, cuando esa tripita mía, comenzaba a abultarse, adoraba que me llamases "mi gordita".


Para mi fue un halago saber que te gustaban mis besos que con tanto cariño pude darte; recuerdo que me ponías la carita y me decías "yo también quiero" y después "más, dame más". ¡Cuánto te quise Suegri! ya no sólo por todas las muestras de cariño que tenías conmigo, de ser una persona espléndida y demás, sino porque le diste la vida a la persona a la que amo, y a la que hoy y siempre, te prometí cuidar.


Hoy después de este sueño, en el que te abrazaba y una vez más, las lágrimas me resbalaban, siento la necesidad de, al igual que tú, pedirte un favor:


"Tú, que desde el cielo nos miras y proteges, 
tú, que te has convertido en nuestro ángel de la guarda,
que velas por nosotros, junto con el Señor, a cada instante...
Dale un abrazo o mejor dicho, un "achuchón" a mi querido Abuelito, acaricia sus grandes manos, y dile que aún me acuerdo de él, que le sigo teniendo muy presente y que le quiero, que le quiero con toda mi alma..."
¿Harás eso por mi, querida Suegri?


Gracias, porque como ya he dicho, te conocí poco, pero sé que fuiste una persona de palabra y que cumplirás con lo que te pido.


Descansa en paz Susana, porque aquí, los que te quisimos y conocimos, te llevaremos siempre en nuestros corazones.


Tu nuera y tu nieto Fernando, que te adoran.


jueves, 12 de marzo de 2015

Sol y Luna.

Cerca habéis estado. Cerca de un encuentro afortunado. Pero no está en vuestra naturaleza el estar juntos, Dios no quiso eso para vuestro destino. Quiso que os encontraseis una vez al día, en el breve espacio del ocaso, en esos minutos donde el cielo se tiñe de colores cálidos y las estrellas os brindan unos momentos a solas.


Un momento único donde ambos brilláis para otorgar a los mortales, una espectacular visión, donde os rozáis y anunciáis el preludio de un nuevo día, de una nueva oportunidad para muchos.


Os crearon como algo único y maravilloso, pero esa belleza se ve enturbiada por la distancia que os separa, y tenéis como fin último marcar el final de nuestra jornada, el final del día.


Pobre ella, que no le tiene entre sus brazos y no puede disfrutar de él cada vez que quiere cada vez que siente el deseo de amarle sin cesar, con principio pero sin fin. 
Pobre él, que no puede protegerla y mimarla con su calor, hacer que se vuelva cálida y que sus mejillas pálidas y plateadas tomen cierto color rosado.


Pobres enamorados que entre tinieblas planean sus encuentros fugaces, frente a la mirada de cientos de estrellas, que brillan a su alrededor proporcionándoles la más mínima luz, atenuando miradas y dando brillo a un amor que a penas es perceptible.




sábado, 3 de enero de 2015

Tres Corazones.





Se le iluminó el rostro y sus ojos se inundaron de emoción, aunque sus pestañas no permitieron que las lágrimas brotasen de alegría. Se tenía que contener, aunque su corazón deseaba gritarlo a los cuatro vientos. Gritar que te había visto por primera vez.

Su voz se entrecortaba entre el tartamudeo y esos gallos adolescentes que tanto le caracterizaban, al hablar de ti. No podía creerlo; no podía creer que algo tan maravilloso le estuviese ocurriendo a él, después de tantos esfuerzos, después de tantos años, su sueño empezaba a tener forma, forma de corazón.

Cruzaba miradas complices con ella, llenas de ternura, de protección y de un amor tal, que hasta en ocasiones le asfixiaba. Quería cuidarla, darle todo el amor que durante tanto tiempo había estado guardando para alguien como ella. Se le precipitaban las emociones, la congoja y esas lágrimas volvían a asomar una y otra vez.

Cuánta satisfacción y orgullo sintió aquel 17 de diciembre, cuando aún sin saberlo, vuestras miradas se cruzaron. Un encuentro puro y parental, un encuentro entre padre e hija, un roce de corazones y un cruce entre almas.

Era incapaz de borrar esa sonrisa que se le había dibujado perenne, desde el día en el que se enteró que por fin te conocería. Y es que para él no era suficiente con que un "palito" dijese que sí, que ya estabas ahí, tenía que verte con sus propios ojos para  explotar de amor, para brillar aún más, y para llorar entre risas nerviosas de felicidad.

Cuanta alegría, que sentimiento tan grande le embriagó, y pensar que hacía tan sólo unos años le acusaban de que no sería capaz. Y gracias a él, ese encuentro mágico pudo ser, y gracias a él, ella fue rescatada de entre las tinieblas, y es que gracias a él la vida había tomado sentido. La tuya y la mía.

Y el llanto asomó en sus ojos henchidos de alegría y satisfacción; estaba ansioso por tenerte ya en sus brazos, porque decía que no sería capaz de esperar los nueve meses de rigor para poder tocarte y sentirte, cuidarte y mimarte como esa "cosita" rosada y maravillosa que nacería de nuestro amor puro, de nuestros encuentros nocturnos de pasión y de deseo.

Te amó, desde aquel momento en el que la prueba de embarazo mostró sus dos líneas positivas, desde aquel momento en el que por primera vez te vio en la pantalla del ecógrafo. Que momentos de felicidad le pudimos brindar tu y yo, mi pequeña, yo por ser tu mamá, por ser tu refugio y tu esperanza de vida durante las cuarenta semanas que se avecinaban, y tú por ser su sueño hecho realidad y el mayor de sus deseos.

Nos convertimos en una familia nueva e ilusionada. Todos participamos de esa alegría, de esa felicidad, porque no hay mayor satisfacción en el mundo que poder "crear vida", porque es un don divino que nos acerca a Dios durante ese periodo de gestación, que nos conmueve y embriaga de ternura, que nos sorprende con las primeras patadas y las primeras "deformaciones" del vientre y nos concede el mayor regalo que se pueda desear: un corazón nuevo, un corazón de vida, un corazón nacido de dos corazones que se aman.

Y es que yo, la autora, no puedo ser más feliz, porque hoy sé, que tengo tres corazones, y como dice la canción de Manu Carrasco, "Uno el tuyo, otro el mío y otro que nos da tirones".

Te amo pequeña mía, te amo y lloro de felicidad al escribir lo que escribo, porque ninguna palabra es suficiente para decir o expresar este sentimiento tan grande, este sentimiento que me encoge el alma y a la vez me la ensancha.

Hoy doy gracias a Dios porque me ha concedido el mayor regalo que la vida me pueda dar, TÚ. Mi ángel, mi sueño, mi amor, mi princesa, mi "gordita"... MI TODO, NUESTRO TODO, NUESTRO CORAZÓN.

Y con esta carta me despido, me despido ansiosa, ansiosa por sentirte dentro, porque pasen algunos meses y pueda saber que de verdad tienes vida y que esa vida, tu vida, está creciendo dentro de mi.

Te amamos tanto, querida hijita deseada... pequeña de mi alma...
Os amo tanto... Mis tres corazones.



viernes, 2 de enero de 2015

Año Nuevo, Vida Nueva.




Y pensar que hace un año lloraba por las esquinas. 


Y pensar que me sentía sola, rodeada de cientos de personas; que intentaba auto-convencerme de que la vida se vivía tan sólo una vez, y que tenía que disfrutar de ella.


Y a base de guiarme por la gente que me quiere bien, de darle un poquito más de valor a mi instinto y de tener fuerza de voluntad, empecé a ver la luz. Empecé a abrir los ojos y a pasar de un estado de auto-convencimiento, a un estado totalmente de confianza y de seguridad en mi misma. 


Podía salir de aquel año. Podía con eso y con mucho más. Siempre he estado hecha de una pasta muy dura. Y sin quererlo, empezó a suceder.


Mi vida, volvió a tomar un rumbo diferente, la noche del 31 de diciembre de 2013.


De pie, mi familia, mi hijo y yo estábamos frente a la televisión esperando, ansiosos, que empezasen a tocar las doce campanadas.



- DONGGGGG


-DONGGGGG


-DONGGGGG


Y así hasta terminar de engullir todas las uvas.


Nos envolvimos entre besos y abrazos, entre risas y llantos y, felicitaciones que se entrecortaban con el gemido de la emoción.


El ambiente estaba cargado de buenos deseos, de esperanza, de fe en nuevo año que comenzaba, en nuevo año que prometía ser mejor. Y efectivamente, así fue.


Él apareció en mi vida. 


Había estado muy cerrada en conocer gente nueva. Me resultaba imposible quedar con un chico o si quiera pensar, que podía estar frente al sexo masculino sin que no me entrase un ataque de pánico.


Me costó meses superar el dolor que me estaba consumiendo, por todo el año que había tenido. Me había divorciado, había pasado de tener a mi hijo siempre, a compartirlo por semanas. Me había enamorado perdidamente, y habían hecho añicos el concepto del amor que tenía. Quede rota, vacía, sin sentido y sin esencia. Me convertí en una persona mecanizada, en una persona que cumplía con su rutina. 


Me sumergí en el trabajo y se convirtió en mi refugio. Llegué a desear no volver a casa porque allí era donde me encontraba con la soledad y la tristeza y me envolvía noche sí y noche también entre llantos desesperados y recuerdos amargos.


Y fue el trabajo el que me brindó una nueva oportunidad que asomó sin quererlo.


Aquel paciente de la clínica donde trabajaba, había sido el único hombre que consiguió en aquel entonces, ponerme nerviosa, hacer que mi color corporal tomase un tono más rojizo de lo habitual y sacarme alguna que otra sonrisa. Y pensar que al principio, cuando empezó a ir, me pareció una persona altanera y prepotente; pero ya se sabe como es el amor de caprichoso, te aborda sin quererlo ni beberlo, de sopetón y por sorpresa.


Y así fue como poco a poco empecé a creer de nuevo en el amor. Al principio nuestra relación fue un poco complicada, porque yo aún estaba muy herida por aquel año tan espantoso que pasé, y su pasado y el mío, no se podían ni ver, porque cada vez que salían a la luz y se encontraban, la situación se convertía en desastre.


Al principio pensé, que proveníamos de mundos diferentes. Yo una mujer soñadora, libre, romántica y al fin y al cabo muy niña aún, y él adicto al trabajo, hiperactivo y con un pasado muy muy marcado lleno de infidelidades y mujeres que le habían utilizado económicamente.


Aún me sorprendo cuando echo la vista atrás, y analizo mi año, un año agridulce, lleno de buenas y malas sorpresas, pero haciendo balance, probablemente uno de los mejores años de mi vida. Y mucho más ahora, que a tres semanas de terminar el año, aquel paciente que creí que no significaría nada en mi vida, se convertiría en el hombre que tanto deseaba, y en el padre del bebé que estoy esperando.


Y hoy, a día 1 de Enero de 2015, puedo decir que, gracias a mi cambio y gracias a ese afán de superación que me otorgó, mi propia seguridad, vuelvo a sentir esa felicidad maravillosa que te embriaga y recorre todo el cuerpo entre cosquilleos. Puedo sentir que soy amada, que soy querida, y que yo misma me enorgullezco de la persona en la que me he convertido.